Tengo 49 años. Nací en Haifa en una familia judía europea. Mi padre y mis profesores me engañaron al contarme la historia de Israel. Soy profesor, aunque por poco: casi me echan por mis libros, que todavía no encuentran editor en Israel. Vamos a fundar la Universidad Árabe Israelí. Colaboro con la Universitat de Barcelona y Casa del Món
ILAN PAPPE,
HISTORIADOR ISRAELÍ:
“ISRAEL está
fundado sobre una MENTIRA”
Por LLUÍS AMIGUET
-Nací en Haifa, de padres emigrados judíos
alemanes, y de niño tenía amigos palestinos, algo inusual hoy, porque los niños
sufren un apartheid odioso. A los 18 años hice mi servicio militar y participé
como soldado israelí en la terrible guerra de 1973 en los altos del Golán.
–¿Fue usted un buen soldado?
–Cumplí las órdenes. Mi auténtica crisis
comenzó cuando fui a estudiar a Oxford en 1980. Allí me di cuenta de la
mentira.
–¿Qué descubrió? –Que mi padre me había
engañado y que nos habían engañado a todos en el colegio y en la universidad:
mi padre y mis profesores nos habían repetido una y mil veces que cuando se
fundó el Estado de Israel en 1948 los palestinos prefirieron irse y eso es
mentira. Los archivos que consulté y los documentos que yo mismo leí
demostraban que los palestinos fueron expulsados por los israelíes con terror,
amenazas y violencia.
–Eso estaba claro para el resto del mundo.
–Pero para nosotros, no. Hoy en Israel se
sigue insistiendo en que los palestinos se fueron por propia voluntad, pese a
que... ¡los israelíes les pedimos que se quedaran!
–No parece muy creíble.
–Es la verdad oficial, cuando en realidad el
nuevo Israel aplicó la limpieza étnica a los palestinos. En mi investigación en
Oxford descubrí que el plan de expulsión israelí fue sistemático. Había más de
un millar de pueblos palestinos y un millón de pobladores palestinos en las
ciudades y es verdad que sólo echamos a 850.000, pero porque la guerra acabó y
aceptaron el estatus final.
–Los terroristas judíos que incendiaban y
mataban palestinos eran Irgun y Stern.
–No sólo ellos. Todo el movimiento sionista
estaba organizado para echar a los palestinos. Y he documentado cada extremo de
lo que digo. Hubo muchas masacres terribles.
–Por ejemplo, Deir Yassin.
–Ésa es sólo la más conocida. Yo creí, como
israelí biempensante, que hubo un único Deir Yassin y que fue obra del Irgun,
pero después descubrí que hubo muchas más masacres y que no sólo las cometió el
Irgun.
– ¿No era ése el
plan sionista primigenio?
–Teodor Herzl,
fundador del sionismo, ya dice, cuando llega el primer sionista a Israel en
1882, que no pueden permitir a la población local que se quede en su nuevo
Estado.
– ¿Acaso si los palestinos pudieran, no
exterminarían a los judíos a sangre y fuego?
– ¡Por supuesto! La diferencia es que ellos
nunca lo han negado: ¡quieren barrernos hasta el mar! Pero el sentimiento de
tener la razón y la hipocresía de negar, contra la evidencia histórica, que
nosotros hiciéramos algo tan perverso como la limpieza étnica son
exclusivamente israelíes.
–También el poder es sólo israelí, como la
fuerza de un ejército invencible.
–Eso de la fuerza y
el poder es muy relativo. ¿Qué puede hacer el ejército israelí para acabar con
lo que consideran “problema palestino”? ¿Tirar bombas atómicas sobre Belén?
¿Aniquilarlos a todos?
–¿...?
–No hay solución
militar para la seguridad en Israel, porque la seguridad no depende de muros,
fronteras o alambradas. La seguridad es una sensación íntima: está en cada uno
y nace de la justicia. Y sin seguridad no hay negocios ni prosperidad ni
futuro.
–Menos seguridad tienen los palestinos.
– ¡Los terribles terroristas palestinos! ¿Qué
tienen? No tienen nada más que sus propias vidas para inmolarse. Pero sólo con
eso han acabado con la sensación de seguridad en Israel y con cualquier
esperanza de futuro en la región. El muro de Sharon es el último absurdo
económico de un régimen sin salida. Además de los problemas morales que
plantea, no hay dinero para construirlo.
–El apartheid
sudafricano se colapsó no por ser una atrocidad ética, sino por ser
económicamente ineficiente.
–Es exactamente lo que le sucederá al
apartheid israelí. Es una ruina. Para mantener este apartheid israelí
necesitamos un Estado policial militar ineficiente para todo lo que no sea
mantenernos en guerra perpetua. Este Estado no sirve para procurarnos
prosperidad a los ciudadanos.
– ¿Y no podría
haber en Israel un final más o menos feliz como en Sudáfrica?
–Yo edito en el extranjero porque en Israel
tienen miedo a mis libros. Hace un año casi me echan de la universidad y ya ni
cuento las amenazas de muerte. Mis colegas me dijeron que me apoyaban en
privado y les contesté que su apoyo privado no me servía. Callaron. Sólo habrá
paz y convivencia cuando todos sepamos mirar la verdad a la cara.
– ¿Y el proceso de paz?
–En 1948, el Estado judío se estableció sobre
el 80 por ciento de territorio palestino y expulsó a sus habitantes. En 1967,
el cien por cien ya es Israel. Ahora, cuando Sharon dice que seamos generosos
se refiere a aquel 20 por ciento... ¡que quiere dividir en dos!
–De momento, ni
siquiera les da eso.
– ¡Dejan a los
palestinos el 10 por ciento de la que era su tierra y quieren que les den las
gracias! Somos un caso particular de colonialistas que se quedan para siempre.
– ¿No teme que sus
opiniones lo conviertan en un exiliado en su propio país?
–Yo sólo quiero que
los israelíes sean capaces de ponerse en el lugar del otro por un segundo. Si
no lo hacen, no habrá país ni futuro para mis hijos: vamos derechos al
suicidio.
– ¿Y usted qué propone?
–La única salida no estúpida: reconciliación,
paz justa y un Estado que respete cualquier identidad religiosa y no sólo una.
A partir de ahí, puede llegar la prosperidad.
Pappe es impulsor de la Nueva Historia israelí, que revisa los mitos fundacionales del Estado sionista en busca de la verdad en que algún día se basará la convivencia. Paga un alto precio por ello: el ostracismo oficial y la amenaza privada, y ha estado a punto de perder su trabajo. Pero también ha ganado muchos amigos palestinos e israelíes dispuestos a crear la Universidad Árabe Israelí de Galilea. Magnífico proyecto para el que Pappe, excelente traductor del árabe y director del Instituto Árabe Judío, se ha preparado toda su vida. Ojalá el lobby proisraelí estadounidense invirtiera más dinero en esa universidad –un sueño universal como nuestra escuela de Toledo– y menos en F-18 y en el programa nuclear israelí. Esta guerra, me jura, la vamos a ganar. ¡Suerte! Autor: Solidaridad.net- Fecha: 2004-01-21