La Colonización del Espacio Novelesco
Los Nuevos Viajeros Románticos
No deja de ser significativo, que al menos en tres décadas aparezcan
en España novelas que tengan como espacio novelesco Marruecos, que
algunos críticos llamaron “La colonización del despacio novelesco”....
Mal
resguardado puerto, en el que han querido refugiarse nuestros románticos
viajeros. Salieron de su papel y arribaron a la vorágine del cernudiano
interrogante sin respuesta, persiguiendo una quimera, conscientes de que, a cada
caída ha de levantar más poderoso el vuelo.
Por eso,
tal vez, prosiguen el viaje una jornada más, aferrándose todos, casualmente se
diría, a un mito literario, a un lugar de escritura que, sin embargo tiene una
realidad palpable: el mundo musulmán. La llamada del Norte. La voz de Europa,
que ha disminuido su dosis de pan, hinchando sus sexos, les ha permitido
también –y al fin- con la nevera y el automóvil, colonizar una geografía, encontrar
un subdesarrollo exótico y darle su literatura y su yo. Igual que los
europeos románticos del 19 inventaron una España de papel y de tinta, a la que
quiso acabar pareciéndose a la real, y de la castañuela hicieron un pandero y
del pandero una plaza de toros; del mismo modo crecieron por metros las navajas
y las sevillanas se pusieron la Giralda por peineta y sus abuelos el mundo por
montera. Así, ahora, desde el baluarte del que tiene la palabra y puede
nombrar, podemos disfrazarnos con lugares y gentes, tal y como Bayron o Merimé,
Kepling o Conrad lo hicieran. Desconocimiento real y cierta libidinosa
frustración en el subconsciente colectivo de pueblo han elegido, como geografía
apropiada y tubo de escape, de su fracaso, el universo musulmán.
Estos
escritores ocupan con su palabra, un área cultural degradado por su posición
geográfica periférica (el Magreb) e histórica (devastación colonial).Pero en
todos el viejo cristianismo erizado de metales, guerrero y viril se ha vuelto
blando y pide, solloza, suplica ser fecundado por el cuerno duro y caliente de
la media luna: la cruz se ha abierto de brazos y quiere ser alcanzada en la
ingle.
Y todo
ello, a pesar de que el mundo musulmán –el real, no el literario de nuestros
viajeros –no es sino un puro desgarrón represivo, y el lugar donde cualquier
espasmo sexual es menos probable.
A
pesar de que, frente a lo que decía Benjamín (vivir en una casa de cristal es
la virtud revolucionaria por excelencia) en este mundo hacía tiempo que Descartes y
la Coca Cola han levantado-si es que no lo estaban antes
–gruesos muros de dobles y triples morales, desacostumbradas, por su rigor,
incluso en occidente.
Al fin y al
cabo, no hay que olvidar que cada uno escribe como puede: y que la crítica no
deja de ser un oficio de escritores frustrados.
(N.P. MAYO/JUNIO 1996.)